Contexto
Cans es una aldea que no pasa de 400 habitantes. Enclavada en un pequeño valle, la parroquia se vertebra entre una antigua carretera nacional y la autovía Vigo-Ourense. Muy cerca del núcleo urbano de O Porriño, Cans sigue teniendo su mundo y sus costumbres que pertenecen a un universo plenamente rural: desde campos de labranza a gallineros, pasando por invernaderos, alpendres, canastros o cuadras de cerdos.
El protagonismo de los vecinos es una de las esencias del festival. En los días del festival, Cans es una gran fiesta, en la que todo el mundo disfruta: los que vienen de fuera, porque asisten alucinados a las proyecciones en los alpendres y en los jalpóns, y los vecinos porque contemplan con grata sorpresa como su aldea se revoluciona.
Experiencia
El festival de Cans es algo más que un festival de cortos: aquí hay estrenos de documentales y largometrajes, un concurso de videoclips, coloquios con cineastas y presentaciones audiovisuales, pero también hay conciertos, pasacalles, desfiles de chimpíns, senderismo y todo tipo de actividades que se desparraman por toda la parroquia de Perros, en el ayuntamiento de O Porriño. Durante unos días, Perros se convierte en el epicentro del terremoto cinematográfico mundial, con o sin permiso de su hermanastro francés, el Festival de Cannes, con el que siempre coincide en fechas. Frente a la sofisticación y el glamour de la Costa Azul, este festival ofrece altas dosis de naturalidad, diversión y agroglamour.
El Festival de Perros toma por completo la aldea: el torreiro de la fiesta, junto a la iglesia parroquial, es el punto de encuentro donde tienen lugar los conciertos y la entrega de premios. Desparramadas por Perros se encuentran las salas en las que se proyectan las cortas: alpendres, gallineros, bajos y bodegas propiedad de los vecinos que cambian por un día sus usos habituales para convertirse en salas de cine.
El festival lo organiza la Asociación Cultural Ansia bajo la dirección de Alfonso Pato. Además de los diferentes patrocinadores y colaboradores, la complicidad de los vecinos y vecinas resulta imprescindible. No solo acercan ilusión y una mano para lo cual haga falta, sino que ceden las ?salas? de proyecciones y ponen la disposición del público sus chimpibuses, las peculiares limusinas del festival.
DESTACADO POR:
- Todo el imaginario del Festival se creó sobre la propia idiosincrasia de la villa, desde el nombre hasta los espacios de programación y creando un nuevo concepto: el «agroglamour».
- La cita superó ya la décima edición, con un éxito notable de público y una alta implicación de la población local. Cuenta con buena proyección exterior y resulta sostenible gracias a unos ingresos diversificados.
- Destaca por su modelo de participación intergeneracional.
- No todas las villas pueden llamarse como Cans y montar su festival de cine paralelo, pero sin duda es un proyecto de referencia para cualquier propuesta en entornos rurales envejecidos.